24 de agosto de 2009

Plaza Pineral (de mi autoría)

Acabo de decidir detenerme en la plaza Pineral antes de llegar al trabajo, necesito disfrutar un poco del verde…necesito estar tranquilo algunos minutos. Por una de las veredas diagonales que la atraviesan camina rápido una mujer con un chico en brazos y otro algo mayor vestido de colegial y con mochila al hombro la sigue a escasos metros:
-Ma… ¿qué vamos a comer? .Le grita el niño
-No sé, apurate, dale que es tarde. Contesta ella apurando el paso
-¡Sopa no como! Asegura el niño, buscando la aprobación.

-Dale apúrate, que enseguida llega tu padre.
Por la vereda de la plaza paralela a la calle, un grupo de chicos camina rápido en dirección a la escuela, mientras que rezagados vienen tomados de la mano dos chiquitines, aparentemente hermanos.
-Mario, eh Mario. Dice el más grande de ambos, el más pequeño lo mira sin entender
-No me apretés el dedo gordo que me duele. El otro lo observa como si nada.
Del grupo que va mas adelante uno de los chicos se da vuelta y los espera.
-Juan, Mario...caminen che dale.
-¡Pichi…Mario me apreta el dedo que me duele!
-Dale boludo si no es nada, apenas tenés raspado.
-¡Qué no. qué no…me re-duele! Tomá llevalo vos, encima no quiere caminar. Y pasa al más chiquito como si fuera una posta.
-Vení Mario dame la mano a mí. Dice el supuesto Pichi, Mario los mira a ambos y sin decir palabra sonríe.
Desde la cancha de bochas de la plaza dos ancianos observan atentamente la situación de los chicos y mientras sonríen uno comenta;
-Me acuerdo que cuando era chico, a mis hermanos les hacía lo mismo, ¡cómo renegaban conmigo!...hasta que terminaban llevándome a caballito hasta la escuela…y como era el más chico…
-¿A quién che, a Arturo y Gregorio?.
-No Arturo no nos daba pelota…Gregorio y Lorenzo, con esos dos iba a todos lados…
-¿Arturo era el más grande, no?
-No…Gregorio después Arturo, Lorenzo y yo.
-Ah…
-Lorenzo el que está antes que yo me lleva como cinco años, después entre ellos un año, yo llegué más distanciado.
Se quedan pensantes, melancólicos, como reviviendo el pasado…hasta que uno de ellos vuelve al presente;
-Tirá Alfredo, te va a ser jodida quedó muy tapado el bochín.
-Para un profesional como yo no hay jugada jodida.
Ambos ríen.
La estatua de un procer desde lo alto parece atenta a la situación y quizás, quién sabe, tal vez si su alma decidiera invadir esa prisión de bronce que hoy es su cuerpo, recordaría alguna situación similar de su lejana niñez.
… yo decido seguir mi camino.


Claudio Gabriel Visoná Dalla Pozza.

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