22 de agosto de 2009

El nido (de mi autoría)



Mi viejo nació el 28 de octubre de 1927 en Valdagno, al norte de Italia, fue el más chico de nueve hermanos. Por sus narraciones sobre su pueblo, asemejo su casa, con el cuento de Heidi, imponentes montañas, frondosos bosques, trabajo con el pastoreo de los animales, tareas rurales en general.
A los ocho años murió su mamá, su papá trabajaba en las minas de carbón en Yugoslavia, entonces quedó bajo el cuidado de sus hermanos que lo internaron pupilo en un colegio-convento. Salió de allí recién en el cuarenta y tres a causa de la guerra, con dieciséis años y con destino bélico, Yugoslavia…, no se presentó y obviamente por su condición de desertor tuvo que esconderse, nada mejor que en sus amados Alpes, bajo el amparo de los bosques. Son muchísimas las historias que recuerdo me contaba, algunas muy pintorescas, otras alegres y muchas muy tristes, como aquella en la cual uno de sus hermanos, desesperado, huyendo del frente de batalla ya que los habían destrozado, sin armas, con hambre…de repente se encontró con un soldado enemigo el cual llevaba a simple vista algo en la mano, entonces abalanzándose sobre éste y alcanzado a agarrar una piedra, en el momento que estaba por golpearlo en la cabeza se dio cuenta de que lo que llevaba en la mano era un crucifijo, la pelea concluyó en un abrazo envuelto en llanto.
Llegó a Argentina los primeros días de 1951, acá lo esperaba un hermano que había llegado un par de años antes (mi tío Luis), A fuerza de trabajo y más trabajo se forjaron un futuro, formaron su familia…Mi viejo siempre añoraba volver a su patria. Me daba cuenta en cada relato suyo, de la nostalgia que le producía cada anécdota, hasta las lágrimas…Nunca cruzó el océano, o lo cruzó partido a la mitad, ya que una mitad suya quedó allá…una vez escuché a un periodista que estuvo viviendo algunos años en el exterior y comentaba que la vida en el exilio, voluntario o no, es algo más o menos así: hacés tu vida, trabajando, estudiando pero al llegar la noche se te produce esa sensación rara de dormir en un hotel, puede ser el mejor o el más lujoso que haya pero nunca es como dormir en tu casa, siempre te falta algo, tenés una sensación incómoda.
A principios de los ochenta mi tío Luis fue de paseo a Italia, mi viejo por motivos diversos no pudo ir, ante la frustración por la imposibilidad del viaje y del deseo de volver juntos a la patria por primera vez después de tantos años, mi tío trata de alguna manera de contener a mi papá y le dice:
-Santos, pedime lo que quieras de Italia que yo te lo traigo
-¿Lo que yo quiera.?-Le contesta mi papá

-Si, si lo que vos quieras

-Entonces traeme un pedacito de Italia, un aroma, un sonido…

Al volver del viaje mi tío le trajo un cassette en el cual había grabado las campanas de la iglesia del pueblo (que mi viejo contaba que se escuchaban a kilómetros de distancia, gracias al eco que producían las montañas), recuerdo que cuando reprodujimos el cassette con mi papá, se sentó en el sillón del living, cerró los ojos, mientras se le escapaban un par de lágrimas, gozando un pedacito sonoro de su terruño quedó profundamente…¿ dormido?, aunque no sé si decir dormido, quizás hoy al pensarlo mejor me recuerda el sueño de Chuang Tse (1).Mi viejo al igual que el personaje del sueño al dormirse tomó conciencia de estar frente al campanario y una vez más como en todo sueño al romperse la continuidad espacio-tiempo, estoy seguro, hubiera jurado que estuvo allí.
Al despertar o volver, me contó una historia, habló sobre el pájaro cu-cu, este es un ave de su región, luego de nacer abandona el nido, y retorna recién para morir, lo curioso es que lo hace exactamente al mismo nido o árbol donde nació, entonces me decía que él era como el cu-cu, que llegada su hora volvería a su nido.
El filósofo griego Heráclito alguna vez dijo “nadie se baña dos veces en el mismo río” a lo cual yo agregaría “y menos después de cuarenta años de ausencia”. A principios de los noventa volvió a Italia pero se encontró con una Italia distinta a la que había dejado, desde el vamos ya no estaba su papá que lo acompañó hasta el puerto cuando partió hacia América ni tampoco algunos de sus hermanos. Si bien parte de su pueblo conservaba la edificación tradicional y antigua una gran extensión de bosques dio paso a las nuevas construcciones, con alguna nueva strada y muchas nuevas vías. La polenta no se cocinaba más en marmitas de bronce, revolviendo y revolviendo hasta llegado el momento de estar a punto, sino que fue reemplazada por la instantánea y las campanas de la iglesia aquellas ejecutadas tracción a sangre y corazón habían sido reemplazadas por un sofisticado equipo de audio de gran potencia.
Nunca se vuelve desde el mismo lugar y cuando mi viejo volvió de aquel viaje me di cuenta que volvió completo, que el océano esta vez lo cruzó en cuerpo y alma, o sea cuando hablaba de Italia lo hacía desde el corazón pero consciente de que hablaba de pasado no de presente. Luego de unos meses le nació la idea de volver pero con la compañía de alguno de nosotros, el viaje no pudo ser ya que antes de que terminara de ahorrar para realizarlo, falleció.
Mi angustia ante su pérdida fue muy grande. Recuerdo que habían pasado un par de semanas de su deceso, entré en su cuarto me senté en la cama a ojear un libro y al levantar la vista estaba sentado a mi lado, me sorprendí, obviamente, pero no temí…
 -¿Qué pasa muchacho, porque estás así?
-¿Sabes que pasa papá?, estoy mal porque vos siempre me decías que eras como el cu-cu y que llegada tu hora ibas a volver, y te fuiste sin poder volver adonde vos querías.

-No, vos me entendiste mal. ¡Yo volví al nido!

En ese momento mi viejo se levantó de mi lado, caminó hacia el fondo del dormitorio y en un abrir y cerrar de ojos me vi sentado en medio de un paisaje alpino (tal como él me contaba en sus recuerdos de infancia), entonces a poca distancia de mi rodeado por sus padres y hermanos me dijo:
-¿Ves que sí volví al nido? Este es mi nido, quédate tranquilo yo estoy bien.



Quizás el cielo es eso, el lugar donde nuestros sueños se convierten en realidad.


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N de A: Mi papá volvió a su nido el 8 de Enero del 2004 en Buenos Aires, Argentina.

1“En cierta ocasión, yo, Chuang Tse, soñé que era una mariposa que volaba y disfrutaba por el cielo. No tenía idea de que fuera Chuang Tse. De golpe, desperté y era Chuang Tse de nuevo. Pero no puedo decir ahora si he sido Chuang Tse soñando que era una mariposa, o soy una mariposa que ahora sueño que es Chuang Tse.”
Claudio Gabriel Visoná Dalla Pozza.

PD...a quien llegó hasta aquí lo invito ver el siguiente video de fotos de mi viejo y musica de fondo "Va Pensiero"

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